sábado, 17 de marzo de 2018

A MI HIJA


Ya no escucho tu risa cantarina ni el brillo de tus ojos me ilumina,
Ya no se oyen tus pasos presurosos ni el sonido de tu voz que me fascina.

Hermosa golondrina viajera,
¿Dónde anidaste hoy tus primaveras?
¿A qué lugar te llevaste mis quimeras?
Vaciándome de ti la vida entera.

No pretendo que regreses a tu historia
Si en tu historia encontraste sinsabores,
Solo quiero que en tus alas de colores
Lleves el recuerdo de tus grandes amores.

Dulce niña de profundos ojos negros
Que nada impida realizar tus sueños,
Y si acaso una cárcel te aprisiona
¡Plántate firme que de tí! nadie es dueño.

Alza tu canto a voz en cuello
Que escuchen todos el vibrar de tu alma,
Canta fuerte como yo te escuchaba
Cada mañana de cada dìa de la semana.

No te mires en los ojos de cualquiera
No cualquiera merece tu mirada,
Y si sientes que te invade la ceguera,
Mira al cielo, verás la luz que te faltaba.

Déjame quitar algunas piedras del camino
Eres jóven y no sabes de jornadas,
Tus pies no calzas con suficiente tino
Y es posible caigas en pasada.

¡Corre! ¡vuela! ¡canta!
Y llora cuando seque tu garganta,
Mas no dejes de moverte ni un instante
Que un instante es una vida y no es bastante.

Déjame arroparte que la noche ya enfría
Canta conmigo las canciones de cuna,
Deja que la luna escuche nuestro canto
Deja que en un beso dos notas sean una.

María Villicaña 

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