miércoles, 17 de mayo de 2017

EL MUERTO VIVO


Una voz hueca de gritos y fuertes golpes escuchó el guardia Peter en la habitación contigua
a la morgue. Provenía de las cámaras frigoríficas. Ocurrió pasada la medianoche del sábado 22 de
noviembre del 2016, en la ciudad de Krakow, en Polonia.
Todo empezó en el popular club nocturno, en la localidad de Kamienna Gora, donde
jóvenes se reunieron para bailar y tonificarse con bebidas alcohólicas, al compás de la música de
fuertes decibeles. La densa niebla del humo de cigarrillos y luces psicodélicas estaba de acorde con
el ambiente de las parejas que zarandeaban su cuerpos, retumbando la madera del piso de sus
ágiles piernas. Vibra con mayor vigor la música ruidosa a medida que las horas avanzan. El
cansancio no pide clemencia.
Las bebidas energéticas, estimulan a los jóvenes, como el Red Bull de cuarto litro que
contiene 80 mg. de cafeína lo equivalente a 14 cafés. A eso los jóvenes polacos le añaden el Vodka,
la bebida más popular con un 40% de alcohol, un verdadero coctel explosivo. Las neuronas se
activan al máximo grado. Así se divierten y se extasían extralimitando el sano juicio.
Esa misma noche, saliendo del pub, Kamil, un joven de 25 años, se desplomó y quedó
inconsciente sobre la nieve que cubría la calle. La noche fría se estremeció más aún en el entorno.
Vanos esfuerzos de compañeros para reanimarlo, intentando de todo. Lo abanicaron; le
cachetearon las mejillas; le mojaron la cabeza con agua. Le hicieron respiración artificial. Nada
tuvo éxito. Cundió el pánico. Lo llevaron al hospital más cercano. Los médicos trataron con sus
equipos de volverlo en sí, sabiendo que el efecto de excesivo alcohol podría derivar en un schok
cardíaco hasta convertirse en coma etílico. Determinaron muerte instantánea.
Los más cercanos, compañeros de estudios, se sumieron en una consternación y una
impotencia total. Llegó la policía y levantó su dictamen de defunción. Lo envolvieron en una manta
de papel aluminio, acostándolo en una camilla trasladándolo a la morgue para hacerle la autopsia.
Nadie podía creer lo que presenciaron. Kamil, apuesto y simpático joven, bullicioso y feliz, ya no
está más con los suyos. La vida le jugó una mala pasada.
El informe forense dio el parte policial. Desnudo lo introdujeron en una de las cámaras. No
pasó mucho tiempo, el guardia Peter, escuchó golpes. Corrió y llegó al lugar de la portezuela donde
provenían los ruidos. Abrió la puerta escuchó y vio al moribundo que temblequeaba pidiendo a
gritos: "Denme una cobija. Estoy helado. Sáquenme de aquí. ¿Qué es esto?"
Un escalofrío corrió por el cuerpo del centinela, presenciando un cuadro surrealista. El
impacto fue aterrador. Casi se desmaya del susto. Pulsó la alarma. Los médicos quedaron perplejos,
ante ese caso excepcional.
El muerto se movía, hablaba y respiraba.
Salir del estado de coma, ocurre uno en millones. Kamil fue uno de ellos. Después de varias
horas de un severo análisis clínico recibió el alta. Entonces decidió festejar ''el revivir'' concurriendo
a un pub como si nada hubiera pasado.
Créanlo o no. Esto no es un cuento o una fantasía. Es historia real y verídica.

Pesaj (Lito) Skudizki
Publicado en Literarte 94

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