La desazón corroe los surcos del rostro
doma al pequeño salvaje que nos atesora
y alumbra con luz incierta
los pasos que nos deletrean.
Luchemos a brazo partido
contra nosotros mismos,
saldremos ganando
y nuestros surcos serán huellas.
GUILLERMO JIMÉNEZ FERNÁNDEZ -Mérida-
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