viernes, 26 de agosto de 2016

A VECES...


A veces
me ilusiono con ese rayo de luz
que se cuela entre las
desvencijadas contraventanas
que oscurecen el alba
y esconden el árbol.

Con él penetra
el quejío de los pájaros,
su llamada en espera,
el anuncio del vuelo,
su silencio repentino.

Entonces,
se detiene la salamandra
hasta confundirse con el sonido
de mis pensamientos,
ziz zagea el lagarto
entre los muros de cada segundo
y el ladrido de los perros
sustituye al eco furtivo de las ratas.

Cierro los ojos
para frenar el ruido.
Pero sé que toca andar.

Andar
hasta que las piernas pierdan
su sentido originario.

Andar
hasta abandonar las muletas en la arena
y desaparecer en el mar.

CARLOS S. OLMO BAU

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