Su santo y seña, mi vida y mi cordura.
Su espíritu y su Dios sobre mi espalda.
Su llanto y su veneno, mi condena
y aquel delirio, fugaz, en madrugada.
Aunque sigan callando tantas voces
sabré salir, de frente, a la tormenta.
Tu adiós hablará de mi locura
cuando el sol salga, fugaz, de madrugada.
Gonzalo Salesky
Publicado en la revista Nevando en la Guinea 33
viernes, 28 de junio de 2013
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