martes, 13 de marzo de 2012

EL FIN DEL MUNDO

En el verano de 1886, el Capitán Gabriel Conrad era el más bravo de los piratas aéreos. Su fragata-dirigible, el Arkadian, era la más temida en todo el Canal de la Mancha. Allí fue donde libró una batalla que le dejó muy preocupado. Una flota aérea del Imperio Británico se dirigía hacia Paris llevando un mensaje. Conrad no lo pensó y arengó a sus hombres ante una fuerza muy superior. Dividió sus fuerzas en dos grupos y rodeó a la flota británica en un movimiento de tenaza, mientras el Arkadian rompería la formación por el centro. Las calderas rugían furiosas al recibir paladas y paladas de carbón, apuntando a su objetivo: la nave insignia. El choque fue brutal y los piratas se lanzaron al abordaje. Los fusiles imperiales chocaban con los sables corsarios, mientas Conrad buscaba el camarote del capitán. De entre las sombras, algo se movió contra él, lanzándole una estocada que sólo sus buenos reflejos pudieron parar. Un joven oficial le lanzaba golpes muy certeros, Conrad apenas podía defenderse.
—Un buen espadachín, es una lástima –pensó Conrad.
Conrad se inclinó a un lado, dejando que en su hoja resbalase la espada de su rival. Al estar tan cerca le lanzó un rodillazo que lo dejó sin aire, y aprovechó para echar mano de su revolver y dispararle en una pierna. Tal vez pudiera sacar un buen rescate, o eso quería creer, en vez de pensar que se volvía compasivo. Llegó al camarote del capitán, al que se encontró, aterrado, sujetando una caja de metal. Conrad apuntó hacia él su sable. Súbitamente, el capitán le tiró la caja a la cara, mientras sacaba su arma, pero Conrad fue más rápido y se agachó buscando el puñal en su bota, el cual lanzó clavándose en el pecho del capitán. Conrad recogió la cajita temiendo encontrarse esa terrible arma secreta. Volvió al Arkadian y mandó retirada. Esa misma noche, contemplaba ensimismado el contenido de la cajita: una nota explicativa y una botella con un líquido negro, una especie de aceite de roca que habían llamado petra-oleum.
—El fin del mundo –murmuró mientras leía las propiedades de ese nuevo combustible.

Joseba Iturrate Gil(España)
Publicado por la revista digital Minatura 116

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