Tienes el poder de erizarme la piel.
De encadenarme los tiempos también.
Despeinarnos en vientos del bien.
Y en alas llevarme en brioso corcel.
Tienes el poder de ahondar en mi piel.
De embriagarme la historia de miel.
Arrancando estrellas del más bello vergel.
Y en sueños idílicos llegar al edén.
Tienes el poder de leerme en tu piel.
De tatuarme el universo y ser.
En mágicas melodías que puedo merecer.
En sabores humanos del amor más fiel.
Tienes el poder en mi alma y mi piel.
Desnudarme ambas de dicha y placer.
Me excitas. Me atraes. La fruta sagrada vuelvo a morder.
Y de mi vida toda ya tienes el poder.
Eduardo N. Romero -Argentina-
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