lunes, 21 de mayo de 2018

MONÁRQUICO CAZADOR


Se escucha
un altercado,
unas ramas agitadas
por su peso.
El trinar de un aterrado
pájaro,
que ve como un compañero,
termina entre las fauces
de un felino
engreído y altanero.
El pedigrí de Casa Burguesa
se dejaba percibir,
en la postura
de su engreído paseo,
al posar sus patas
y contonear el lomo,
disfrutando de su trofeo.
Mientras un ave
atemorizado
pidiendo ayuda al cielo,
sobrevuela
aquella escena natural,
con temblor en el aleteo.
Nada puede hacer
ante la atrocidad instintiva,
que prevalece
sobre las comodidades
reales de ese gato casero.
Que aperitivo
encontró en sus dominios,
aunque le fueran
ajenos.
Degustándolo
tan ricamente
en los entornos de su reino.
Donde él, es amo y señor,
de todo lo que le antoja
cazar para mantener,
la hegemonía
de su totalitario gobierno.
Un buen rato
perduró la sonoridad
de aquel terrible escenario,
hasta que el gato
volvió a las copas
de su firmamento.
Para controlar
aquel paraje dominguero,
del que es
cazador mayor,
y único aduanero.
Capaz de cobrarte
con la mirada,
un poco de agua y pienso.
O demostrar
con la habilidad
de sus reflejos,
ser el terrible dominador
de lo que camina por tierra
o de lo que sobrevuela
sin pagar su derecho.
Menudo gato
de la realeza,
criado en la casta
de su especie
como un mariscal guerrero.
Que degusta caviar
y pescado enlatado,
entre plumas
y carne fresca
cazada,
en los dominios
de su imperio.
Se escucha
un altercado,
ahí
está de nuevo.
El trino mortal
de otra presa,
que temeraria
y osada,
se quiso dejar ver
cuando
el Rey,
se encontraba
dentro.
Mis brazos no dan
entre tanto agujero,
de cementerio
dentro
de mi terreno.
Por un gato
que deja cadáveres
sin recogerlos,
para regresar
a su palacio,
donde calor hogareño
de una chimenea,
le adormecen
sus instintos
entre sorbos de agua
y su apetito
bien satisfecho.
Con un manjar
digno de su paladar
monárquico
y, de exigentes
vuelos.

Ricardo Campos Urbaneja -Hendaia-

No hay comentarios:

Publicar un comentario