Se me ha caído de golpe
la vida sobre la espalda.
Y me ha cargado los hombros
de pesos que no se aguantan,
de cosas que me decías
y se desdicen por falsas,
de besos que se han torcido
y en otros labios se estampan,
palabras que fueron flores
y que hoy se visten con faldas.
Pasó en Madrid, una noche,
cuando la noche es más alta,
cuando los gatos son tigres
y los murciélagos águilas.
Cuando los ojos se miran
por el alcohol que derraman
y pasan con mucha prisa
por la emoción hacia el ansia.
Ahí te fuiste a cortar
el pelo, cana por cana.
Y yo esperando en los quicios
dolientes de una ventana,
tras el cristal de los llantos
que daban riego a las sábanas.
Llegaste, pero traías
la noche oscura en la cara.
Los ojos llenos de bruma
y en las ojeras, distancia,
mentiras en las mejillas,
carmines en las palabras,
en el “tequiero” un “tequise”
y en el abrazo desgana.
Maldito amor el que hiere
con la traición como espada.
Maldito el que pone el cebo.
Maldito el que se lo traga.
Del libro Poe-canciones de amor de
Mariano Estrada
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