Ahhh, la linda, espléndida luna,
como está en su cuarto creciente,
está como de diligencia alguna
de amores envolvente...
como de amores me acosa,
anoche me encontraba en Capacho...
anoche cuenta se daba
y solo, sin compañía me miraba
y atrevida, como fisgona,
como al acecho, me espiaba
y yo entonces, alelado, embelesado y extasiado,
a ella, tan hermosa y resplandeciente,
también la miraba y solo la admiraba,
pues, con su galán lucero a su vera y lado,
ido trovador, versos de dulces mieles
y mientras tanto... le cantaba,
yo observaba a través de las densas brumas
que parecían un río de blancas espumas,
como del alma las alas y sus plumas,
que sobre las montañas, su caudal volando pasaba,
ah, ella, como fisgona, como al acecho,
ora escondida entre la maleza y la breña,
ora desde las rocas desnudas,
detrás de la alta peña,
como al atisbo de mi seña,
para bajar hasta mi lado
y obsequiarme de su compañía,
en las puntas de sus cachos,
encantadoras guirnaldas adornaban
y en sus labios, provocadora y sensual,
sospechosa sonrisa exhibía...
y, hoy apenas comienza la noche
y ya está en la ventana oriental de mi casa,
debe haber seguido
mis pasos hasta mi morada...
¡ay!, pobre de ella,
yo ya, tan comprometido
y en los brazos de mi amada
y ella más tonta,
esperando a que yo salga
a la ventana, a la puerta o a la terraza,
¡y tan ilusionada!.
Angel Ignacio Chacón Aquino
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