Son caudales de caricias,
las que brinda nuestro
cálido abrazo...
Entre tu mirada y la mía que se funden de amor, paso a paso...
Haciendo que las ilusiones
y sueños, en la ternura del alma quieran plácidamente
reposar...
Es así que la voluntad cede
al corazón y espíritu reboza de emoción...
Llegando a provocar, del corazón un latente y agradable palpitar...
Y de la pasión, un extasiado torrente de suspiros sin cesar...
Amando y nuestra vida en matices de versos contemplando...
En arrullos de afectos y en divino fulgor...
Que llenan el entorno, de un delicado esplendor.
Sandra Castro -Honduras-
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