En tu voz
estaba
toda la experiencia
toda la vida vista
y probada,
la redondez otorgada
por todos los golpes.
Suavemente te movías.
Felino aun eras.
Felino y carnal
carnal y tierno
-sorprendentemente tierno-.
“Esta luz nunca se apagará”
No,
aunque:
aun nos queda baile,
aun nos quedan olas
-y miradas lánguidas
que desarman-.
Aun me tienes.
Aun te tengo.
Raúl Sánchez Alegría
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