domingo, 29 de abril de 2018

COMPAÑÍAS


"Alguien entra en mi silencio y me abandona..."
(Alejandra Pizarnik de su poema "Encuentro")

El ruido es la compañía de la soledad.
En las calles estrechas sopla un viento pesad
y estremece las ropas tendidas en los balcones.o
que aviva las hojas en las macetas

(El silencio quedó atrás,
unos pasos desangelados al fin de lo oscuro
y el rumor de un auto que urge llegar
adonde nada le sea ajeno.)

El bullicio de la gente aunando alientos,
encomendándose al postureo más elegante
en la ciudad necesitada de estruendos.
También el sonido de la música
abraza y chista al oído guitarras lamentosas
y teclados como telones cobijando adioses
que se mecen en el recuerdo
con sabor a peppermint, a jarabe de arce,
y son parecidos a besos olvidados
reclamando el abrigo de unos labios
que sólo reconocen las ausencias.
La compañía es una adhesión de sombras filiformes
que alcanzan el más allá más cercano.
Se ve encaramarse una odiosa cotorra
y su palabreo estridente sobre el árbol urbano
y se despliega un estampido de cielos
que caben en la mano como un fetiche
que se frota y frota para la magia
de eclipses persistentes de noches y días.
Necesidad de escuchar el crujido de la vida,
caminar y sentirse ileso de oquedades
resonando en el remoto que nada se escucha;
mares anchos, verdes y azules y dorados,
helados y burbujeantes,
en un vaso, en un bar pletórico de gente.

MANUEL JESÚS GONZÁLEZ CARRASCO -Madrid-

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