jueves, 29 de marzo de 2018

HUMANIDAD


Acoge mi mano,
no está envuelta en espino,
sólo quiero transmitir mi calor
y que pueda llegar a tu alma.
El cubil en que te encuentras
te hunde más en la miseria de la indigencia.
Ese cartón de vino…
Te conduce a la sumisión y control por el alcohol.
Anoche te vi, nuevamente,
en un escalón cualquiera
bajo el frío de la noche, aunque tú no lo sintieras.
Cara abultada,
deforme, por la acción del vino,
sonrisa burlona inconsciente
como acordándote de algún momento festivo.
Extendiste  tu cartón de vino hacia mí,
como invitándome a beber.
Su mayor capital, el cartón de vino.
Con toda su buena voluntad,
quisiste compartirlo, conmigo.
¡Noble indigente!, con enorme humanidad.
¿Seríamos capaces de subir a su alma…?
porque nosotros estamos muy debajo de su bondad.

Roberto J. Martín

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