viernes, 30 de marzo de 2018

ENTRE NARDOS Y CLAVELES


En una tarde de nardos
y claveles encendidos,
el llanto de una Madre
atraviesa los sentidos.

Abatida de cansancio.
Desgarradas sus entrañas,
le pide clemencia al Padre
con amargas y mudas lágrimas
que atraviesan como dardos
los senderos de su Alma:
“No puedo mi Dios, no puedo
aceptar lo que me pides,
que mi corazón se me escapa
no escuchando sus latidos.”
“Mi Dios, se me parte el Cielo;
Es el Hijo de mi vientre
el que muere por ser bueno,
por salvarnos a los hombres
y llevarnos a Tu Reino”
“Yo te pido: ¡Ten piedad!
Soy su Madre y te lloro.

¡No me abandones Señor!
¡Por mi Hijo… yo te imploro!

De tristeza se viste la tarde
de Viernes Santo temido.
¡Tañen campanas de luto!
¡Lloran los campos de trigo!
Hasta las estrellas se apagan
porque perdieron su brillo.

En esta tarde de nardos
y claveles encendidos…
está llorando una Madre
el calvario de su Hijo.

Juana Campos Cortés.

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