Se me gangrenan los labios
que besaron a la muñeca,
se me gangrenan los brazos
que acunaron el sueño
y la vida prosigue su camino.
Qué triste este día de Reyes
en su visita de compromiso
a este nido desbaratado.
Tan sólo, y por unos momentos,
respiro aire de niño
en mí maltrecha senectud,
rodeado de ángeles nobles,
llenándome los bolsillos
con su edad inocente.
Del libro Muñeca rota de
Francisco Miguel López Jiménez
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