miércoles, 17 de enero de 2018

EL CIRCO DE LA ILUSIÓN

           
Vengan, amigos, pasen y vean,
hoy les traemos, aquí, “in time” y en vivo,
directamente desde su “azotea”,
el espectáculo está servido.
No tomen asiento que en este momento
va a comenzar el show.

Tenemos al eterno equilibrista
que salta de pista en pista
y no termina su número de cuajar.
No cree en su clase como artista
y va buscando toda arista
donde pueda rasguñarse o tropezar.

Tenemos al que viste de payaso
pero a la vez es el más obvio caso
de tristeza y soledad.

Al que lanza los puñales
sobre el propio corazón
y nunca ve las señales
de que todo es ilusión.

Al que porta las antorchas
tragando fuego y ardiendo
crea su infierno y en su contra
cree que el tiempo va corriendo.

El que se estima forzudo
cargando el peso del sol,
el que se enreda en mil nudos
y escapa solo hacia el exterior.

La mujer barbuda que odia su imagen,
la esfinge que trata de soñar al margen
de lo que dice su interior.

Vamos, amigo, pase al final
que todo el taquillaje está vendido.
Los mil espejos le saludarán,
no hay recovecos todo está en su sitio.
Mire y no sufra, deje la angustia
porque solo es un show.
No crea en el perlado ilusionista
que distrae y le despista
con sus gestos de sutil ensoñación.
Sus trucos, aunque hábiles, son trucos,
escenario disoluto
donde solo es un actor.

Ahí vienen los domadores de fieras,
debajo de su piel todo se altera,
solo subsiste el terror.

Los que hacen malabares
cada día en su rutina
solo ven trampas mortales
a la vuelta de la esquina.

Y la gran contorsionista
que se amolda a cada estado
pero en su interior se enquista
ese dolor sordo y vago.

El presentador vocea
y no cree en sus palabras
y la banda trompetea
para aturdir con su carga.

Y el director de todo este altercado
no es otro que un ego maleducado
que se cree un semidios.

Vamos, hermanos, abran los ojos
y olvídense de este circo de locos.
Cierren  la carpa ya, por favor,
pues a este show ya le queda bien poco
que ya toca la clausura
pues el Ser solo se cura
a través del corazón.

ALFONSO BARO -Puerto Real-

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