martes, 19 de septiembre de 2017

EL AURA


Es la memoria de las ausencias y alrededor el páramo.
La época: vestiduras del deseo, y escenas para esas ausencias, fantasmas en escenografías que se renuevan inexorables, como la declinación de la carne.
Fintas al vacío.
Decir es ser poseídos, pero también
un espejismo: ser otro muñeco
en el teatro de lo actual,
la impostura de las presencias
en un Ahora que es ácido.
La página en blanco es la intemperie:
y escribir es habitarse allí,
en el despliegue de lo ausente.
Un tajo en la nada, una llaga
que no sutura.
Poeta es quien se sabe tajo, y así se enuncia.
De ese tajo, la letra.
En la estepa el obstáculo es el vacío.
Carne que se adentra en si, que se duele
sin cielo, porque es cielo.
Queda un susurro, polvo de palabra
en el viento: ese sentido.
Correr el velo; saber es la busca
en el otro lado, y ser el otro
que adviene, como lobo, como ángel,
como máscara o desnudez.
También: morir velado. El cese
de la serie de las apariciones
es un evento sin Amo,
el único evento sin Amo.
Escribir es arrojar una ausencia al otro.
Donarle una grieta.
Lo demás, espectáculo.

JORGE ALEGRET
Publicado en Gaceta Virtual 126

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