viernes, 15 de septiembre de 2017

CAMINO


Mis zapatos polvorientos acariciaban la tierra roja del camino, pensando ¿adónde el camino irá?
Mis ojos habían soñado una y otra vez con el campo mudo y sombrío, donde el sol se duerme tras las colinas doradas.
Peregrina que va entonando al vuelo su canción.
“Tengo el corazón roto por culpa de la pasión de un noble caballero, herida que no sanará jamás. Anhelando tus brazos, cobijando mi cuerpo”.
Perdida en el crepúsculo aprendí qué dirección tomar, aprendí que la soledad no es estar solo y que el amor se muere, como una flor marchita. Mis lágrimas enturbian el camino, entre castillos y príncipes árabes, montados sobre bellos corceles negros, voladores de una sombra clara.
A la hora de mi marcha dejo el camino sedienta de amor, pero volveré como pájaro, volando sin más pasión que la sustancia y sin más acción que la inocencia.

Francisca Olmos Comino -Granada-
Publicado en Suplemento de Realidades y ficciones 73

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