miércoles, 9 de agosto de 2017

EL NOVENTA Y SEIS


La señora tiene el noventa y seis; la máquina expendedora está llegando a su fin y no dará más números por hoy. En la sala de asuntos sociales el aire se condensa y aprieta junto a la gente. Unos hablan a viva voz en la puerta, otros se arremolinan en una esquina, unos pocos más están sentados a merced de la limosna estatal. Hace tiempo que perdieron sus ofi cios, apenas recuerdan ni lo que eran
ni lo que hacían. Ahora solo llevan papeles de un lado a otro: a oficinas, a salas, a despachos, y en todos ellos lloran; unas veces por fuera, otras muchas por dentro, a gritos.
La señora se ha sentado a mi lado mientras me seco una lagrimita.
–Ya verá usted –me dice–. La lío cada vez que vengo. ¡Hijos de puta! –grita– Que todo es mentira. Me tenéis entretenida desde hace diez años.
Cuando el de seguridad le clava los dedos en el brazo para llamarla al orden, mi número salta en la pantalla. Mi corazón tiembla.
Siento que han pasado otros diez años y que este es mi fin y que más allá de la ventanilla no hay nada, solo este obligado destierro.

Marissa Greco
Participante en el VI Certamen Micorrelatos Libres Memorial Isabel Muñoz

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