La dirección mortalmente exacta
fue desde siempre tu designio.
Pequeño triángulo solar petrificado
bajo la luna de un destino de muerte.
Y fue testigo la herida
y el animal acechado
y la sangre que humedeció tu huella
y el crepúsculo que sepultó el grito definitivo
y el brazo del aborigen y sus ojos
fueron testigos también
del último dictamen.
El viento copió tu exacto itinerario
hasta los puntos cardinales
y desde allí se trazó la historia.
LAURA MALATESTA -Argentina-
Publicado en Gaceta Virtual 125
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