miércoles, 12 de julio de 2017

PLUMAS PELIGROSAS


Alicia pensaba que se había equivocado al casarse con Juan.
Se sintió disgustada desde el momento en que él decidió pasar la luna de miel en Nigeria, a pesar de que ella manifestó su desacuerdo desde el primer momento. No olvidaba el caso de Ron, su antiguo
jefe, quien por motivos de trabajo viajaba a menudo a ese país.
Regresó de uno de ellos con una extraña enfermedad en los ojos que estuvo a punto de dejarlo ciego de no haber sido por la experiencia que tenía el jefe del cuerpo de ingenieros.
Sabía que en algunos países de África se corría el riesgo de adquirir una enfermedad desconocida en España, que sin embargo en Inglaterra, por haber sido colonizadores en algunos de esos pueblos,
tenían tratamientos para las mismas. Fue allí donde comprobaron que Ron tenía gusanos en los ojos. Estos bichos se escondían en las almohadas, lugar preferido por ellos para alimentarse de los incautos
inquilinos de los hoteles.
Alicia no se sintió bien desde su regreso del viaje de novios. Sin razón aparente, estaba perdiendo fuerzas en todo su cuerpo, hasta que llegó el día en que no pudo levantarse de la cama. Fue entonces que Juan recordó la historia que ella le había contado, y entrando abruptamente en el dormitorio tiró con fuerza de la almohada sobre la que descansaba la cabeza de su mujer, y asiéndola fuertemente
contra su cuerpo, corrió hasta el patio de la casa tirándola al suelo.
Con el cuchillo de cocina que llevaba en su mano derecha le dio un tajo partiéndola en dos. Las plumas volaron por el aire y los gusanos empezaron a dejarse ver.
Juan no daba crédito a sus ojos, pero el desgraciado hombre, no se percató de que algunas de las plumas que salieron volando del interior de la almohada cayeron en su cuello, llevando con ellas los
diminutos parásitos que se introdujeron suavemente en sus oídos, buscando un lugar para alimentarse.

Mª Manuela Septién Alfonso
Publicado en la revista Oriflama 30

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