jueves, 18 de mayo de 2017

SIN POESÍA...


Si la plasticidad verbal no subyugara
el espíritu de quienes con letras
entregan desnudos el cosmos de sus sentimientos,
se jubilarían los jilgueros
y nunca más en los campos
danzarían montañas y nubes
al compás de sus armonías de ensueño.
Sin los bardos...
Las palabras escritas yacerían
pálidas,
demacradas,
y ojerosas del insomnio.
Para que dormir sin la fantasía de los sueños.,.
diría el vocablo antiestético,
si en vez de mágico el realismo
nos agobiara con cruel veracidad.
Sin la lírica...
Los atardeceres del verano
en blanco y negro se captarían,
opacos,
tenues
y fúnebres,
como en longevas noches del polo
norte.
Sin los versos...
Las sirenas serían pulpos amorfos
de mil ojos
desprovistos de cabellos
y las ninfas
asustarían a niños y grandes
en terroríficas leyendas .
Sin la trova...
Las sopranos tornarían en desafinados tenores,
entonando falsos falsetes
en dialectos satánicos.
Sin metáforas...
El cambio climático afectaría incluso
al invierno de los sollozos;
al punto,
de desaparecer las gotas de dolor
con que el alma comunica sus lamentos.
Sin las prosopopeyas...
La mansedumbre campestre envidiaría
la paz vial de una capital convulsionada,
tanto,
que el labriego sencillo añoraría
morar eternamente en un rascacielos
por la polución arropado,
cual en oasis celestial sublime.
Sin las hipérboles...
Nadarían los ríos callados hacia el mar,
que herviría por siempre sin sosiego,
impetuoso
y altanero.
Sin las analogías...
Los rosales abortarían a sus flores
para ser espinales,
y las guarias, hortensias
y amapolas,
se vestirían de luto perpetuo
a falta de un pincel literario,
que como diosas las pinte en escalas cromáticas
ni siquiera inventadas.
Sin poetisas...
La luna muerta de hambre
jamás estaría llena
y las estrellas apagarían sus candelas
en luctuosa solidaridad con el candil noctámbulo
centinela y cupido.
Sin poetas...
Los amantes percibirían hiedra en sus besos
y disonantes las almas vagarían
en el limbo
de su unipersonal universo/
mientras que las canciones románticas
atormentarían a los tórtolos hipnotizados
con sus estrofas hirientes y
grotescas
siendo entonces las baladas y los boleros,
mimos instrumentales incapaces
de fundir los corazones.
Sin poesía...
¿Sería quizás Dios un ogro ermitaño sin perdón?
No.
La poesía, es inherente a Él.

James Philliphe Moran -Costa Rica-

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