jueves, 18 de mayo de 2017

MAPACHES Y ELEFANTES


Hablamos con un amigo acerca de qué cosa sea la belleza
y le cuento que una tarde, acompañado de una tía,
en la trastienda de un circo viejo,
tomé un puñado de yuyos del baldío
y lo acerqué temblando a la boca de un elefante.
Le juro que en ese fondo abierto entre la trompa y los colmillos
sentí el resplandor negro de todo lo perfecto.
Él me responde: “Eso es lo sublime, hermano”,
y en sus ojos oscuros y ojerosos como los de un mapache
yo veo un abismo brillante y sincero
al que mi corazón se arroja,
y pruebo de nuevo aquel bocado que mi mano obtuvo
al entregar diez pastos secos,
en un viaje lento, humedecido
por el aliento de lo bello.

Leandro Llull -Argentina-
Publicado en Periódico de poesía 97

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