martes, 25 de abril de 2017

SIN BRÚJULAS NI ACENTOS


Ahora que voy sola en este cuerpo,
sin brújulas ni acentos,
sin pañuelos ni adioses
que agiten despedidas,
los feudos de mis aguas
corren tristes, vacíos ya de luz,
como una Navidad de verso solitario;

y frente al mar abierto
de un soliloquio eterno,
siento la pesadumbre
del que vuelve vencido
portando barricadas
de duelo entre los dedos.

No hay dioses en mi cuarto,
ni gubias, ni cinceles,
ni muelas moledoras de infortunios;

tan solo una metástasis de pasos
y un arca de Noé, tras el diluvio.

Esther González Sánchez -Pontevedra-
Publicado en suplemento de Realidades y ficciones 72

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