domingo, 23 de abril de 2017

DEBES VOLVER A CASA


Mi pequeña Valeria de ocho años, me pregunta:
_ ¿Tú, papá no tienes casa?...
_ ¿Por qué me dices eso hija?
_ Siempre estás de una casa a otra
de Bilbao a Altea, de Tarija, a La Paz…
_ ¿De todas ellas… cuál es tu casa?...
_ Mi casa cariño… mi casa – titubeo – es donde tu estés.
Pero Valeria, dotada de una inteligencia brillante
y una sensibilidad especial
hace un mohín de poco satisfecha con mi respuesta… y calla.
Pero es verdad… ella tiene razón.
Siempre he ido saltando
de un lugar a otro
de un país a otro
de una ciudad a otra
de un paisaje a otro
en busca de un sendero en el horizonte
que me devuelva a mi casa… a mi única casa
aquella humilde casa de barrio
donde por primera y última vez
me sentí a resguardo del mundo.
Siempre lo he hecho
siempre lo he intentado… sin conseguirlo
volver a recrear, como un exiliado
en todos los lugares que he habitado
aquella casa que definitivamente perdí
cuando acabo mi infancia.
Pero una voz desconocida en mi interior
sigue repitiendo, una y otra vez,
como un disco rayado
“Debes volver a casa… debes volver a casa”
Pero sé, que allí nunca se vuelve
porque aquella casa no existe
porque pertenece al mundo de la memoria
donde solo queda el humo de los recuerdos
que llevamos a cuestas como una urna de cenizas
buscando un lugar donde enterrarlas o lanzarlas al aire
para que el viento del destino se las lleve a ninguna parte.
Pero es igual saberlo que no
la voz desconocida, incansable
sigue repitiendo una y otra vez
“Debes volver a casa… debes volver a casa”

Alberto López

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