jueves, 20 de abril de 2017

AMOR EN TIEMPOS MODERNOS


La convencí de que mi tiempo era oro y de que estaría ocupado cada día de la semana. La convencí, pobre minita. Ilusionada y apegada, como esas hembras que aprendieron a golpe de desamores y buenos hábitos que lo lindo es querer al prójimo y ocuparse de él. La convencí de que la deseaba, con que le dijese cuatro pavadas al teléfono sabiendo que no podría cumplir, ella reía a carcajadas y separaba más las piernas.
Le prometí que la iría un día a sorprender a su casa, esperándola con el Lexus, mientras me fumaba un cigarrillo con una mano en el bolsillo y mis lentes de sol; los mismos que vieron a las otras diez o veinte mujeres con las que después me desilusioné. No voy a hablar de las otras, no es de caballeros.
La culpa es de ellas, lo quieren todo: atención, tiempo, cariño. ¡Amor! ¿Qué locuras son esas de andar amando en este milenio? Pobrecitas...

Jimena Antoniello Ligüera -Uruguay-
Publicado en suplemento de Realidades y ficciones 72

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