viernes, 24 de marzo de 2017

DANA, ¡OH MI DIOSA TAN AMADA!


Me haces sentir, oh Dana, tu mirada
de amor en las entrañas de mi cielo
roto por los zarpazos de ese hielo
tan vasto y abismal como la nada.

Tu ternura en mi ser deja marcada
la luz de una esperanza en pleno vuelo
y tu risa deshace el desconsuelo
que transmuta mi vida en madrugada.

Anhelo, como besos sin naufragios,
anidar en tus soles triunfadores
al calor de sus gozos y sarmientos.

Y alejados de todos los presagios
tétricos volarán dos ruiseñores
compartiendo feraces sentimientos.

Carlos Benítez Villodres
Publicado en Pensamiento Poético

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