lunes, 30 de enero de 2017

SEÑORA DE MIS RESPETOS


Esta carta, tan mía,
tan suya, ¡ya suya!.
Señora de las piedras preciosas,
del
color verde como la malaquita
color verde del berilo,
única, cristalina: Esmeralda.
Me permito sentirme dueño:
Le cambio la mañana
el canje de la tarde
o el trueque de las sombras
y/o permuta, de la noche.
Le cambio el sueño de su descanso:
"ya no será Jueves en pleno sol".
En una lluvia
en dos tormentas, sin ver...
en tres pájaros vendrán.
Vendrán a saludar ya,
a usted,
a calcular cual es su deseo
y a brindar, junto a mí
usted ahí, ellos allá,
¡entre alambres, las garras,
en
cables de luz!
mirándola fijamente
oiga usted, señora:
"Cómo se le mira
a lo que realmente se le admira
a una clara, a una pura, ahora o mañana, a la verdadera luz".
Y allí junto a la mesa...
habrá café, (cargado),
azúcar
pan.
Y es ahí que vos platicará
libremente,
acercará a lo más, vinculará al aumento,
o relacionará al crecimiento
de lo que siente por mí...
< aunque sea el coraje >
no me lo niegue
nunca me niegue
pues ya, oiga, ¡a usted conozco
entre ya lectura y letra prieta!.
Y le dé
por recordarme
quién pasó la tarde
a noche entera,
platicando de aquí, del allá,
del volcán, de su Hostal,
entre plena, en medio de,
o soledad.

Reyvik.

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