No es tan simple como esperar a la noche, esconderse tras una esquina solitaria y saltar sobre la presa. Si fuera así de sencillo cualquiera podría ser un vampiro. No. Para ser un auténtico vampiro se requieren varias cosas, que les paso a enumerar:
Primera: Ha de ser mordido por una persona de confianza. Nada de mordeduras de hombres lobo o de diablos bífidos. Cuídese que se trate de un verdadero vampiro.
Segunda: No se agobie. Esa necesidad imperiosa de beber sangre es parecida a la de la sed, o el hambre. No le matará de inmediato, aunque es molesta. Debe tener paciencia. Soportar estoicamente el ansia y convencerse que pronto saciará su sed.
Tercera: Nunca salga antes de la puesta de sol. Sí, sé que es una pérdida irremediable la de no ver la luz del día, pero es que sino usted se convertiría en polvo y cenizas. Cuando llegue la noche, eso sí, el mundo será suyo. Consuélese con eso.
Cuarta: Aceche a sus víctimas en lugares oscuros, alejados de la vorágine humana, y adecuados para una pronta fuga en caso de peligro. Nada de precipitarse por las abiertas ventanas, ni atacar en mitad de un atasco de tráfico. Esos son errores infantiles que más que ventajas pueden provocar la aparición de algún profesional mata vampiros.
Quinta: Elija una persona joven, sana, fuerte, de un sexo que le guste, o de los dos, si no tiene preferencias en esa materia. Luego muerda la yugular con fuerza y decisión, y sorba la sangre, que brotará lentamente, y no como un chorro a presión, que eso son cosas de película.
Sexta: Y última. Vuelva con rapidez a su cubil. Cierre cualquier abertura que lo pueda delatar, y duerma profundamente todo el día. No soñará, que eso está vetado a los vampiros, pero tampoco sufrirá pesadillas. Algo es algo.
La próxima lección, señores, la semana que viene. A la misma hora y en este mismo lugar. Por favor, dejen su cuota de sangre a la salida. Buenas noches.
Francisco José Segovia Ramos -Granada-
Publicado en periodicoirreverentes
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