lunes, 23 de enero de 2017

LA TROMPADA DE LONDRES


(Artículo de 1922)

     Pero hay un asunto, un suceso mundial que todavía preocupa más a los hombres de hoy que el de Génova. No reseñarlo en esta crónica sería imperdonable. A la sensibilidad social y política de la gran mayoría de los hombres no le dice nada eso de si puede o no puede llegarse por fin a un acuerdo entre las grandes naciones del mundo que garantice la restauración económica y la paz. Pero... ¡ah! que no se miente a Dempsey, que no se susurre siquiera el nombre de Carpentier, porque... ¡oh entonces! ¡entonces sí que no queda títere con cabeza! ¿Es o no éste, pues, un suceso mundial extraordinario y estupefaciente que no es posible dejar en el tintero? Seamos respetuosos con la realidad, con esta realidad actual que hace héroes de los trompeadores, al paso que deja casi en la noche del anónimo al autor de la teoría de la relatividad; y digamos ya de la trompada de Carpentier. Sí, fue en Londres hace sólo unos días. Dió comienzo la lucha. Lewis era el audaz adversario del gallo francés. Silencio...
                     Queda en expectación la concurrencia.
                     Con silencio profundo.
     ¡Diablo! Carpentier es ágil, pero ese Lewis es fuerte como un toro. Los resuellos se encogen. Pasa un segundo, pasan dos, pasan tres. ¡¡Sensación!! Todo el mundo se levanta. ¿Qué sucede? Lewis ha sido derribado. Derribado como por un rayo por una bofetada enorme, inmensa, homérica, inmortal, que le administró en la quijada el héroe francés. Sombreros al aire. ¡Viva el progreso! ¡Viva la civilización! ¡Viva la humanidad trompeante!

Publicado en el blog nemesiorcanales
Compartido por Osvaldo Rivera

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