Hija desventurada que moriste
cuando ibas a contemplar la luz primera,
pues no quiso el Destino que estuviera
tu hálito en este mundo; y te me fuiste
hacia el empíreo azul, del que viniste,
-mágica estrella que dejó su esfera-
y vislumbrando lo que el mundo era
rápidamente al cielo te volviste.
Si así quiso el destino que llegaras
al mundo entre los brazos de la muerte,
y al seno de la Gloria retornaras
como un ángel que vuelve al Paraíso;
hija, ya que no pude retenerte,
me resigno al pensar que Dios lo quiso.
Juan Daniel Byrne -Cuba-
Publicado en Pensamiento
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