domingo, 23 de octubre de 2016

ESTAMOS SOLOS DESDE AYER


Estamos solos desde ayer
y han crecido los árboles,
huele a limones el patio.
Son las 9 de la noche
de todos los días,
nada nos falta
y estamos solos desde ayer.

A veces nos quedamos tristes
junto a las cosas
y hablamos de los muertos,
en sus cuartos pequeños,
sin ventanas,
esperando a todas horas
que un recuerdo los alumbre;
después andamos por la casa
como siempre,
mientras los grillos cantan,
la luna se levanta,
que sí, que no
y son las 9 de la noche
de todos los días
y nada nos falta.

Hoy amaneció lloviendo,
el sol se metió por la tarde
en un charco de agua,
el aire se llenó de niños,
de voces que pasaron sin nadie;
hasta que la oscuridad nos fue tapando,
hasta que nadie vino
a cerrarnos las puertas del miedo
con la luz de una lámpara,
porque ya no juegan los fantasmas
a ponerse los zapatos,
el vestido dejado en la silla,
porque sólo queda este silencio
que no se apaga
y cierro los ojos
y no se apaga.

Cada quien se interna en su sueño
buscando tal vez
lo que otros dejaron escrito
en una sombra,
cada quien remueve los escombros
de lo que alguna vez ha dicho
y encuentra pueblos distantes,
seres que cruzan la penumbra.

Pero más allá de las sombras
aún perdura la forma de las cosas
y amanece
y todos estamos juntos
en medio de las horas,
todos,
llenando con la prisa
los espacios vacíos.

Lo demás es el aire,
son las nubes
en el cielo alegre
de la ventana,
es acariciar las palabras
ahí, pegadas a su deseo;
porque uno se acostumbra
al silencio que lleva,
a guardar en secreto
esas noches que no alcanzan
para tanta luna
y todo se azulece
y nos entran las ganas inmensas
de decir algo;
porque estamos solos desde ayer,
desde que abrimos los ojos por dentro
y llamamos y no vino nadie
y pudimos saberlo.

ROSY PALÁU -México-
Publicado en La Biblioteca

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