domingo, 25 de septiembre de 2016

A UN AMOR


Las macetas de barro cocido
con blancas margaritas
y puros tallos verdes,
sobre repisas de madera,
eran ornato de la salita comedor.
En las paredes colgaban,
viejos cuadros del pasado,
del Sagrado Corazón,
un bodegón de frutas tropicales
y el retrato de la matrona de la casa.
Unas copas de vino en un bife
y pequeñas reliquias traídas de otro país
llamaban también mi atención.
Me senté en el sofá de fique,
me llevé a la boca
el pocillo de café,
mi amiga me hablaba
de todo y de nada,
cuando a la puerta de una de las alcobas
la mirada de unos ojos cafés,
la lozanía de un rostro en juventud
atrapo mi entendimiento
y a otro mundo me transporto.
Amor de un día cualquiera
color de rosa la vida,
poesía hecha corazón.
Ella me insinuó su amor,
se sentó al frente de mí
con sonrisa angelical.
Era de mañana,
de sol que entraba por la ventana,
eran horas de girasoles,
de ojos cafés,
de romántica poesía,
de canción de amor.

Roberto Hernández Zabala -Colombia-

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