viernes, 26 de agosto de 2016

LOS NIÑOS


A Sergi

A mi padre

A veces observo a los niños. Nunca dejan de asombrarme. Nunca ceso de admirar su fuerza creadora, su capacidad primera.

Embajadores del misterio, han venido, vienen al mundo para sembrar el suelo de alegría, para despertar el ánimo de los derrotados. El hombre vencido, perdido y contradictorio que soy yo mismo.

A veces, algunas veces, pienso que si el Hacedor no destruye el mundo es porque aún sigue creyendo en ellos, en sus santos enviados que alegran las calles, los parques, los colegios, las casas con sus sonrisas, con sus inventivas ocurrencias, con sus juegos siempre nuevos.

Él lo dijo. Alto y claro. "Dejad que los niños se acerquen a mí". Y ellos se acercan para animarnos, para despertar el niño escondido que llevamos dentro y quizás hemos traicionado, para recobrarnos la inocencia que nos arrebató la carrera de los años, las mentiras del mercado y los infames juegos adultos de la edad.

Veo a los niños y me emocionan sus cosas, Sí, ellos son los maestros, los enviados para hacernos creer, lograr sentir que otro mundo es posible. Más creyente, más humano donde la moneda sea el beso y la confianza que te ofrecen los abrazos de un niño.

Pero no sólo los niños de 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9...años, también los niños de 70, 80, 90, 100 años...Al final volver al principio. Los ojos niños en las pupilas cansadas, en la frente marchita por las capitulaciones de los almanaques. Los niños con Alzheimer que me hacen llorar. Los niños con Alzheimer que me miran con esos ojos todo inocencia y verdad. Y un río que no puedo aguantar nace por dentro y las ventanas se abren en formas de soluciones acuosas.

Miro a los niños y me miran. Sólo veo inocencia, creación y verdad. Espero que mi alma de niño siga escondida en los pliegues de mi corazón.

Francisco Gómez
Publicado en Agitadoras revista cultural 60

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