jueves, 25 de agosto de 2016

EL JUEZ CORRUPTO Y EL HOMBRE PROBO


Cuenta una antigua historia que en la edad media, allá en la antigua Alejandría, un hombre virtuoso fue acusado injustamente de haber asesinado a su mujer.

En realidad, el autor era una persona muy influyente del reino y por eso, desde en primer momento se buscó un chivo expiatorio para encubrir al verdadero culpable.

El infortunado hombre fue llevado a juicio, conociendo de antemano que tenía escasas posibilidades, o mejor dicho ninguna esperanza de poder escapar del terrible veredicto de la horca.

Pues el juez, también era parte del complot, no obstante, - éste se cuidó escrupulosamente de que el juicio pareciera lo más justo posible.

Para ello confrontó al acusado diciéndole:
Bien, noble caballero, conociendo bien tu fama de hombre probo, justo, equilibrado, y devoto del Señor, dejaremos este asunto en sus manos, para que sea Él, quien decida tu destino.

Para el caso, vamos a escribir en dos papeles, la palabra:
INOCENTE Y CULPABLE. Tú escogerás uno de ellos, y será la mano de Dios la que juzgue y decida tu culpabilidad o inocencia.

Por cierto que todo era un ardid, el coludido juez, había escrito en ambos papeles la palabra CULPABLE, y la pobre víctima, aún sin saber los detalles, se daba cuenta que el sistema propuesto era una trampa y que sin duda alguna no había escapatoria.

El juez préstamemte conminó al acusado a tomar uno de los papeles doblados, éste respiró profundamente en silencio y con los ojos cerrados unos cuantos segundos que parecieron eternos, invocó ayuda a la providencia.

Pero cuando la sala ya empezaba a impacientarse, abrió los ojos y con una extraña sonrisa, propia de los iluminados, tomó uno de los papeles y llevándoselo a la boca lo engulló al instante, cómo si se tratase de un delicioso bocadillo.

Sorprendidos e indignados los presentes le reprocharon airadamente su proceder.
¡¿Pero qué hizo, y ahora cómo se va a saber el veredicto...?!

Es muy sencillo respondió el acusado, sólo es cuestión de leer el papel que queda y sabremos lo que decía el que me tragué, y mostrándoselo a la sala decía: CULPABLE.
Por simple deducción lógica, el que se había tragado, debería haber dicho INOCENTE.

En medio del alboroto, rezongos, gritos y bronca mal disimulada, debieron aceptar su vergonzosa derrota y tuvieron que liberar al acusado. Desde ese día jamás volvieron a meterse con él ni a molestarle.

EPÍLOGO:

«Una persona virtuosa, es más valiosa que las piedras preciosas, a una persona proba, culpable quién la hallará?»

«La luz se adhiere a la luz, la inteligencia se adhiere a la inteligencia, tal como las tinieblas a la oscuridad»

«En la medida que la luz prevalece, las tinieblas se desvanecen y presto la oscuridad desaparece»

«Jamás nos cansemos de hacer el bien, ni osemos trocar nuestra investidura de probidad, por un plato de lentejas».

«Si andamos siempre en la luz, jamás las tinieblas nos alcanzarán, ni nuestro sendero oscurecerá».

Muchas veces el mal que quieren hacernos, se revierte en contra de si mismos.

«Aquel que escupe al cielo, en la cara le cae».

«De lo que tú me desees a mí, que Dios te de el doble».

GEORGE RIVAS


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