jueves, 31 de marzo de 2016

SUSPIRA AGAR SU AGONÍA


«Sobre ellos, implacable, tan inglesa como la monarquía, seguía cayendo la lluvia»: La ofensa, Ricardo Menéndez Salmón

De la lluvia que no llega
estoy cansada de esperarte,
así, con este viento marea
 el alma contaminada por tu silencio.
De la lluvia que no llega a los tejados
y me resbala mojándome los labios
para secarse enseguida
antes de poder ver en ese espejo, desnuda,
 el vaho de tu hueco.

Se pegaba, y erizaba los cristales
hasta robarles su intimidad a la ventana.

Chorreaban ante mí, ansiosas, gotas de tu humedad
palpable a mis deseos despiertos de vana noche,
en vela y cera por mi cuerpo derretido de ti.
La noche, esa sequedad que me esquilma
la piel y rezuma, con su boca,
la inasible paz de mis manos.

El cuello izado por el moño del que se desprende
la curva línea del cabello rebelde
eriza el ardor de miradas a la nuca:
Eco desesperada,
 y desvelada en ti misma,
que te sientes perseguida, y no lo ves,
que inviertes el espejo que te duplica,
que viertes, desembocada, en otra boca,
que te ciñen las entrañas y entretelas
comisuras de tus labios,
que te notas, suave queja, unos ojos
empañados por los años buscándote:
 te has escondido en un sueño de manzanas,
 mordisco y jardín secreto del Edén,
de la lluvia que no llega,
llaga
el alma contaminada por tu silencio.

Sobre ellos, implacable,
tan inglesa como la monarquía,
seguía cayendo la lluvia.

Del libro Lluvia que no Llega de Ramón Asquerino
Publicado en Agitadoras revista cultural

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