jueves, 31 de diciembre de 2015

ATELOFOBIA


Yo, que no he sabido ser proyectista
de mi destino,
tan solo he forjado mi orfandad.

Me he hecho adicto
al amor sin correspondencia,
con estruendosos silencios,
cargado de omisiones
solo o en las rocas.

Me he vuelto
un ciego que se guía
por el susurro de un delirio
que me trasiegue
a la verdadera comprensión.

Yo que no sé de estética,
ni equilibrio,
del movimiento magistral.

Me enamoré de una sombra,
de los vestigios
que me quisiste mostrar.

Ahora comprendo
que no sirve ser casto
sin la pureza,

ni amante de la belleza
porque solo tu arquitecto
la puede consagrar.

ERIC URÍAS

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