domingo, 29 de noviembre de 2015
ERA UN AFEITADO
Se vive una pesadilla,
con un afeitado mañanero.
En el que ni las cuchillas,
cortan unos incrustados pelos.
Miramos cara reñida,
hallando algunos para dentro.
Con los que, con unas pinzas,
arrancamos con sangre y duelo.
La obsesión nos domina,
con algún resquicio muy negro.
Donde un pelo que se enriza,
se va criando hacia el centro.
De él, se tira y se tira,
manchando en sangre, hasta el suelo.
Hasta raíz larguísima,
de un largo y femenino cabello.
Se vive una pesadilla,
por tener cara limpia de vello.
Pero la barba no inspira,
por dejar libre crecimiento.
La cara se sacrifica,
sin poderse cubrir su infierno.
En el que mires de heridas,
enseñan despertar sangriento.
Ricardo Campos Urbaneja.
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