martes, 30 de diciembre de 2014

NACER


La madre nace como un pulpo de hijos,
un pulpo de hijos cuelga de sus ubres
como sogas escapando de las sombras
de un escapulario.

Como una diminuta e infinita torre
la madre posee lo que los filósofos
no tienen redaños
a expresar,
ese cuchillo de la espera.

A veces silla,
a veces mecedora
a veces puño de lágrimas
a veces gotea por los intestinos de los días
a veces hace la compra.

Como un totem
caben de ella
brillos
hojas de morera
tropiezos con una máscara negra,
risas enjauladas
risas,
pero a veces
levanta toldos de ternura.

También es una pared
cuadros
ojos
y un ejército de voces
y el eco de los tengo hambre
y los me duele.

Y es la labia analfabeta
un topo
un edredón
una barra de pan y chocolate
es todas las puertas.

Es la brocha de la disputa
el punto y aparte
el orinal
la cocina
la bombilla gris
la comida de la basura
la bolsa y la vida
el estigma de un suspiro
los besos para dormir
la piel del estoicismo.

GUILLERMO JIMÉNEZ FERNÁNDEZ -Mérida-

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