martes, 30 de diciembre de 2014

EL DESTIERRO


El destierro era horroroso,
ninguna voz que me alimentara,
ningún suspiro, ningún aliento,
ni si quiera una mano amiga,
que me dijera, “levanta,
no has muerto”
me habían quitado el alma,
me dejaron vacía.
sin el viento.

Un fuego me abrasaba
sentía el dolor por dentro,
no podía ni respirar,
asfixiaba me oprimía
consumía y retorcía,
ardía cual antorcha viva
en una noche muy negra
donde no existía la vida.

Gritaba y no me oían,
lloraba y no me daban amor,
estaba sin alma, .
era un pobre despojo
que no existía,
aniquilada, humillada, sentenciada,
¡ay mi alma huyó de mi¡
¡esto es un infierno¡
me faltaba la vida
decía.

Caí de bruces,
rogué que me dieran la muerte,
si así despertaba de aquella pesadilla.
rogué a mi ángel que me ayudara,
más no acudía,
grité, malditos,
mil veces malditos seáis,
dadme mi alma que yo la sienta,
que viva en mí, que ame,
pues veo tiempos oscuros, fríos.
y al verlos siento la cruz,
que me arrastra, me lleva,
y no quiero tenerla,
dadme la muerte ya,
no quiero ver la luz
que me hiere su presencia,
como espada arde en mí,
lucho, resisto en este destierro,
aguanto sin alma, lo acepto pues,
más soy yo, siempre seré el yo,
eso no podéis quitármelo,
la fiera que llevo dentro
me da el valor,
para decir a todo esto.
“no”

Reían, se mofaban de mí,
lloraba sin vida en una
mazmorra fría,
lejos se oía el viento,
rugía con la furia mía.
´más dentro era todo hielo,
que como tal también quemaba,
resistía y sentí tal soledad,
que crujía todo mi cuerpo,
sin una pizca de voz que me diera aliento,
¡qué soledad más grande siento¡

Y harta ya de padecer
grité como una fiera,
“padre, abrid las puertas”
te lo ordeno, te lo mando,
yo soy el poder del yo,
ruin, mezquino,
pero me amo,
“abrid las puertas”
soy un ángel
y no un diablo,

Y al decir eso
se abrieron las puerta,
y vi que eran mis esclavos,
y acudían presurosos
a mi amada presencia,
y comprendí,
lo ciega que es la ignorancia,
siempre con tanta obediencia.

…Y yo que quise ser buena
me humillaron,
quise ser humilde
y me sentenciaron,
quise ser amor,
y todos me odiaron,
y cuando fui la fuerza de los dioses,
me amaron.

Y comprendí que el fuego ardía sin luz
porque yo no lo amaba,
y cogiéndolo en mis brazos
lo ofrecí como el dios
que vela mis sueños,
mi compañero, mi esposo,
mi silencio,
mi reposo,
mi sustento,
mi amigo del alma,
mi hermano eterno.
mi luz interior,
¡ah que paz¡
¡qué silencio¡
con la luz
que llevo dentro.

FRAN TRO

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