viernes, 31 de octubre de 2014

EL CULPABLE


Por Pedro Conrado Cúdriz

Es una figura creada para la ignominia, estigmatizada y fundada según los intereses poderosos de los otros, buenos o malos, una  figura que busca exculpar a alguien de los errores cometidos, o es, en últimas, la ficción causante de alguna tragedia, como lo ha hecho el Estado desde los tiempos de la lluvia con la guerrilla. Ella es la culpable de nuestro descuadernamiento total.

Es fácil culpar al otro de lo que nos pasa, es una manía social, perversa, de los seres humanos, pero también es una debilidad; cerrar un ojo y solo mirar lo que uno quiere observar de sus circunstancias, nos puede evitar el dolor, aunque desvirtúa la verdad y la propia verdad de lo acontecido.

Para algunos columnistas de la prensa nacional y regional, a propósito de los acuerdos que buscan construir consensos en La Habana para la firma de la paz, el único culpable del desastre nacional, es el grupo subversivo de las FARC. Nadie más. Para ellos la historia nuestra tiene origen en este movimiento guerrillero, porque el Estado colombiano (y sus gobiernos) es una mansa paloma. La FARC son algo así como el infierno y el gobierno el paraíso.

La FARC son las culpables del cambio climático, del desastre de la salud, de la mala calidad de la educación, del modelo económico, del anofeles, mosquito de la familia culicidae que habita en todo el mundo, o del animal corrupto, de la familia política regional y local que habita en toda la nación.

Para estos analistas no existe la historia, ni los conquistadores y colonialistas españoles, ni Bolívar, ni la Constitución del 86, ni el Frente Nacional, nada. Y aquí el cuento no es quién fue primero, si el huevo o la gallina, si dios o la nada. Y hay una pregunta crucial para resolver el delirio de la mentira: ¿Estaban las FARC antes que el Estado Colombiano?

Y entonces ¿Por qué se habla de postconflicto? ¿Qué es el postconflicto? Comprendo que cuando se habla del postconflicto, se está hablando de erradicar las causas que dieron origen histórico al conflicto armado colombiano: la pobreza, que es la madre de todas las desgracias, la desigualdad social, los privilegios de clase, la corrupción, que es peor que la guerra, o es otra guerra contra los pobres, el sistema político de clientelas, el negocio de la salud, la mala calidad de la educación, el desempleo, la desnutrición infantil, la falta de oportunidades, el problema de los jóvenes para acceder a la universidad pública, los pueblos sin agua y energía y todo lo que no nos ha permitido vivir con dignidad.

La pregunta es por qué los columnistas mienten, por qué no dicen la verdad, cuando ellos saben  muy bien que los lectores de sus columnas no son analfabetas funcionales. Son los que a punta de tinto y cigarrillo en alguna cafetería-librería de la nación, o en las cafeterías universitarias, leen y releen sus opiniones hasta lograr sacarle sangre a las palabras escritas, hasta alcanzar el columbramiento de la realidad nacional para las inferencias, las comparaciones, las intuiciones, las predicciones, los sustos, las iluminaciones, los análisis, las decepciones, los pesimismos, la intertextualidad, etc.

La paz no se consigue con mentiras y si se consigue no es paz, es otra cosa, el mismo monstruo que nos ha devorado las entrañas en estos últimos cincuenta años. Las FARC no es la única culpable, hay algo más acá o más allá de la historia nuestra que nos puede explicar por qué el gobierno está sentado en La Habana con otro grupo guerrillero en medio siglo. Eso es lo que  tenemos que saber los colombianos.

Publicado en el periódico digital La Urraka Cartagena

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