jueves, 21 de agosto de 2014

ADOLESCENCIA


Arrojado a la vorágine de un mar de carcajadas crueles,
rebotaba de sorpresa en sorpresa
temblando con los nervios como cuerdas de ramas secas de abedul.

Soñaba ser pájaro,
soñaba con el amor aunque su corazón llevaba gafas de culo de botella.

Los días susurraban coces y penumbra
y aunque no lo sabía,
su vída sería un purulento amasijo de decepción tras decepción.

Mientras tanto, la pulpa del cisne que ya era,
se escondía entre los escupitajos del temblor
y las llagas del estupor.

GUILLERMO JIMÉNEZ FERNÁNDEZ -Mérida-

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