domingo, 24 de febrero de 2013

NOS CONTABA LA VIDA


Nos contaba la vida extraños mitos,
y nuestra fe infantil los aceptaba
como auténticos dogmas
que moldearan a cincel el alma.
Nuestro mundo vestía de colores,
le despuntaban alas,
y un no sé qué de luz y atrevimiento
nos crispaba sedoso las entrañas.
Todos éramos príncipes, princesas,
de azul, inverosímil cuento de hadas,
dentro del sueño mágico, dorado,
que la fe nos dictaba.

Pero la misma vida,
perversa, descarada,
nos fue más tarde susurrando rasgos
definidores de su propia farsa.
Y fuimos despertando, lentamente,
viendo cómo se nos desmoronaban
los castillos alzados en el aire,
ahogándose las viejas luminarias,
y escurrirse la gloria de los sueños
entre los dedos, como si hechos de agua.

Nos fuimos educando
a golpes, infortunios, suspicacias,
descubriendo los múltiples caminos
cuyo objetivo rara vez se alcanza.
La senda de un destino, una belleza,
nos resultó quimérico fantasma,
y la pluralidad de alternativas
no fue sino otra fábula.
Nacimos otra vez, y sin morirnos,
volvemos a nacer tantas y tantas,
seguros de que la última es la auténtica,
mas descubriendo nuevas emboscadas,
nuevas contrariedes,
y nuevas hemorragias.
Ya no peregrinamos por el mundo,
sino que lo cargamos a la espalda.
Y siempre, siempre, como quien no aprende,
llevando el alma en llamas.
Para contrapesar nuestros fracasos,
nos hemos inventado la esperanza,
perennemente alerta,
a pesar de las lágrimas.

Algún día, muy cerca de la muerte,
que nunca nos defrauda,
sabremos cuán falaz nos fue la vida,
que hasta el último instante nos engaña.

FRANCISCO ÁLVAREZ HIDALGO -Los Ángeles-

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