domingo, 29 de julio de 2012

RAPUNZEL


Cuando yo era de granito y acero,
y ni pestañeaba cuando me golpeaba la belleza,
un sueño en forma de Rapunzel lastimada,
sacudió los cimientos de mi sufrimiento olvidado.

En su honor los puentes izaban sus columnas,
los siglos atrasaban su reloj,
las hachas se intercalaban entre sí
claqueteando como dagas,
y locuras sin aquiescencia,
salpicaban espumarajos de hierba roja.

Y Rapunzel sabía que era Rapunzel sin príncipe azul.

Yo, ciego,
vagando entre espinos y sueños rotos,
buscaba unas trenzas rizadas
y un castillo de barrotes de oro.

Yo, que había hecho de mi vida granito y acero,
me derretía en palabras de humo.

La constancia del no saber,
del no ser,
el brillo de un castillo
con murallas de seda y armiño,
unas trenzas con mil millones de rizos,
todo,
fue el estruendo de la armonía
que sin resolución,
agrietaba la incansable ceguera.

Pero al fin, todo fue luz.

GUILLERMO JIMÉNEZ FERNÁNDEZ -Mérida-

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