lunes, 30 de julio de 2012

CUANDO LOS MUNDOS CHOCAN


(Segunda parte)

La nave se deslizaba silenciosa por el espacio, igual que otros cientos de miles. Brillantes y esbeltas como agujas doradas, se alejaban del apocalipsis que se desarrollaba tras de sí: dos mundos iban a chocar y destruirse mutuamente.
Todo había comenzado tiempo atrás, cuando los científicos del planeta descubrieron que, en su trayectoria, este iba a colisionar con otro de parecidas dimensiones. Por mucho que se buscó e investigó no se encontraron soluciones para evitar lo que era a todas luces el fin de la civilización. Solo quedaba abandonarlo todo y buscar la salvación en el cosmos.
Así, desde el mismo momento en que se constató que esa era la única solución viable, se comenzaron a construir las naves, que se convertirían en inmensas arcas donde acomodar a toda la población, sus conocimientos, sus semillas y animales, y el material tecnológico imprescindible para colonizar otros mundos.
Nadie había quedado atrás, suspiraban muchos de los que iban en esas naves. A través de los múltiples ventanales de las mismas se podía ver los últimos momentos de su amado planeta.
Afortunadamente todos estaban a salvo, se decía más de uno… ¡Lástima que no hubiesen podido hacer nada por aquella otra civilización del planeta azul, de extraños humanoides, que ahora moría víctima de un cataclismo planetario provocado por su propio mundo a la deriva!

Francisco José Segovia Ramos (España)
Publicado en la revista digital Minatura 119

No hay comentarios:

Publicar un comentario