lunes, 19 de marzo de 2012

TRANSPARENCIA


I

No sabía de ti, si magia ausente,
prodigio por nacer, o visión muerta.
Por no vivir yo en sombra tan incierta
te han parido las luces de mi mente.

A mi lado caminas, con silente
transparencia de arcángel, cuya oferta,
tan discreta y tajante como experta,
a nadie, sino a mí, se hace evidente.

Quisiera a veces proclamar a todos
quién eres, cómo actúas, y en qué modos
haces mi hoy fascinante y gris mi ayer.

Mas siendo tú mi creación, elijo
mantener mío sólo el regocijo
por lo que nadie habría de entender.


II

Por los paisajes de tu piel camino,
trazando sendas, culminando alcores,
ahondando en simas, aspirando olores
de esta tu primavera en que me obstino.

Cada día el eterno femenino
renace en ti, verdean tus colores,
y se acentúan hambres y temblores,
progresando en galante desatino.

Unos lo juzgarán turbión de mayo,
otros, tal vez, convencional ensayo
entre el apetecer y el conseguir.

Mas yo, que te conozco, por ser mía,
se que es la eterna, humana sinfonía
que se me ha encomendado dirigir.


III

Entramos al Café. Libre la mesa
en el rincón aislado, semioscuro,
bajo las acuarelas que en el muro
nos susurran de amantes en calesa.

Nadie te ve. Sobre el ambiente pesa
densidad de humo y voces. Me aventuro
a pedir dos cafés, y le murmuro:
“Sin leche el de la dama”. No hay sorpresa;

ni inquiere ni se asombra el camarero.
Sirve y se va. No soy, quizá, el primero
que habla solo, o con alguien invisible.

Pero tú estás aquí, y en mi retina,
palpitante mujer, brasa genuina,
si bien a los demás imperceptible.


IV

Atraigo extrañas, súbitas miradas
al volverme hacia ti por la vereda,
sonriendo y hablándote; se queda
pasmado el transeúnte; no hay pisadas

a mi lado que dejen estampadas
otras huellas hundidas en la greda;
ni perciben tu voz, que desenreda
en mi oído caricias embozadas.

¿Me tomarán por loco argumentando
con su agitada sombra en torno a cuándo,
por qué y a dónde apuntan mis caminos?

No te ven, y no entienden que te llevo,
mi brazo en tu cintura, y me conmuevo
percibiendo tu amor bajo los pinos.


V

¿Serás verdad, o acaso una quimera?
Me ofusca la actitud del caminante,
que parece no verte, aunque radiante
vas a mi lado por su misma acera.

Me incomoda el saludo que debiera
ser para dos, e ignora el fascinante
perfil que me acompaña, piel de amante,
patente aun bajo manto de ceguera.

Y me irrita la irónica sonrisa
del majadero que, al pasar, me avisa
de callar, que no llevo compañera.

¿Qué sabrán ellos de quien va conmigo,
si no saben mirar? Yo soy testigo
de esta amante a quien amo a mi manera.


VI

Sé que no te he inventado, porque puedo
erizarme al contacto de tu mano,
estrecho tu cintura, y al piano
veinte dedos teclean. Desenredo

tu cabello entre almohadas, y me quedo
perdido entre tus brazos, hortelano
plantando su raíz, sembrando el grano
en la húmeda oquedad en que me hospedo.

No eres ficción, ensueño ni espejismo,
pues vuelcas en mi piel el erotismo
palpitante y real que te domina,

y al que en medida idéntica respondo.
¿Cómo adentrarme hasta tu propio fondo
sin ser en realidad mujer genuina?


VII

¿Acaso va la transparencia huyendo
de tus formas etéreas? Hay miradas
que parecen rozar tus delicadas
líneas inmateriales. No lo entiendo.

Has sido toda mía, y sigues siendo,
mas creo percibir en tus pisadas
ligeras huellas, como si marcadas
por ángel a esta vida amaneciendo.

Eres casi neblina, y se te mira,
y hay quien pasa de largo, y quien suspira
por tan casi perfil, casi silueta.

Proceso irreversible que me advierte
que en cierto tiempo todos podrán verte,
y la exclusividad se me retira.


VIII

Desvanecida ya la transparencia,
eres casi de todos. Qué calvario.
Antes mío tu espíritu incendiario,
hoy me lo diezmará la competencia.

Tuve mi tiempo junto a ti. La ausencia
es opción de futuro; el calendario
marca diversas fiestas, y es sudario
tanto como blasón; gozo y dolencia.

Disfruté tu visión en exclusiva,
mas ya empieza a arribar la comitiva
que asediará el mural de tus encantos.

Quizá elijas quedarte; quizá fluyas
con la corriente, y forjes o destruyas
hombres y amores. En la vida hay tantos…

FRANCISCO ÁLVAREZ HIDALGO -Los Angeles-

No hay comentarios:

Publicar un comentario