Si la lira que cantaba
perdió voz en mi garganta,
si aunque yo pulse sus cuerdas
ya ningún cantar exhala,
¿es que el agua ya no corre,
no dice amores,
al besar a la fontana?
¿Es que los pájaros locos
que mi cabeza poblaban
plegaron sus raudos vuelos,
heridos de muerte en sus alas?
¿Es que...? No,
no digas más, torpe lengua.
Calla...
Deja que sobre la lira,
sobre pájaros, sobre agua,
se oiga el canto sin nombre,
sin voz, mudo, de mi alma.
AUREA ELISA MASLLORENS-Villaviciosa-
Artículo en la revista digital Teoría Ómicron
Hace 23 horas
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