sábado, 24 de marzo de 2012

A IMPULSOS

Nos movemos a impulsos. Caminamos por la vida al ritmo del latir de nuestros corazones –o de corazones ajenos-, a veces de una forma segura, a veces despistados e insensibles. No valoramos lo que tenemos hasta que no lo hemos perdido o hemos estado a punto de perderlo definitivamente: entonces paramos, reflexionamos y nos decimos que hay que dar mayor importancia a las cosas leves, a lo intangible más que a lo material, al beso más que a la intención, al hecho no a la frase. Después, volvemos a caer en ese caminar impulsivo, otra vez despistados, la mayor parte del tiempo.

Conforme más hemos avanzado –o retrocedido, nunca se sabe- ese camino más tendemos a echar miradas hacia atrás, no para ver si nos siguen nuestras sombras sino para intentar atisbar los cadáveres de los que fuimos. Delante de nosotros siempre existe la bruma que nos impide ver el camino, atrás la bruma se va espesando, y el mismo camino empieza a ir difuminándose. Somos como un gran barco, solitario y fantasmal, perdido en la niebla.

Entre los impulsos que nos mueven y el camino que recorremos, somos.¿Qué somos? La eterna pregunta. Somos lo que somos, eso, al menos, es lo que yo pienso, pero es que no hay otra forma de definirnos, porque somos un cúmulo de contradicciones, de incongruencias y de variantes que hacen que, afortunadamente, nunca seamos los mismos y las mismas, que cambiemos a cada instante.

Eso sí, queda la esencia. La esencia quizá sea la brújula que nos indica el camino o, por lo menos, nos orienta un poco.

Publicado por Francisco J. Segovia-Granada-

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