martes, 6 de marzo de 2012

EPIGRAMAS

EL SUICIDA

La rama a la que había asido la soga se desgajó y, el suicida, ¡frustrado!, rodó por el suelo pataleando de vida. La muerte, mal humorada, y no menos defraudada, maldijo a la rama; ésta, sarcástica, arañó el aire con una intermitente carcajada.

EL SEPULTURERO

Todos, menos él, maldecían a la muerte. Él, el sepulturero, secretamente, le rendía toda clase de honores y, sin que nadie lo oyera, solía alzar su copa y brindar por ella con un embriagante “¡Viva la muerte!”, pues gracias a ella no faltaba el alcohol en su copa.

EL HIJO DE PUTA

Consciente de que era un hijo de puta, y dado que por más que investigó jamás pudo averiguar quien había sido el hijo de puta que lo engendró, decidió matar a su madre y a sus cuatro hermanos quienes, al igual que él, eran verificados hijos de puta. Una noche, atrancó la puerta del cuchitril donde vivían y, mientras los demás dormían, lo roció todo de gasolina y le prendió fuego, convencido de que el fuego lo iguala todo y, los hijo de puta, como los hijos de la honorabilidad, acaban en el incalificable anonimato de las cenizas.

LA MENTIRA

Cuando la descarnada y cruel verdad de su vida lo cercaba de hirientes espinos negros, súbitamente, un loco destello de mentira, lo deslumbró de consoladoras fantasías y su vida se deslizó, por la cuerda floja de los más bellos sueños, como el más experto de los equilibrista. Por un instante fue el ser más feliz del Universo.

MI EMPRESA IMPOSIBLE

Alguna vez caí en el error de creer que mi empresa imposible era el amor, al transcurrir de los años he llegado a la conclusión de que mi única empresa posible, en esta vida, ha sido, y es, el amor; a la vez que mi gran empresa imposible, como inevitablemente le sucede a todos, es la vida. Si, mi empresa imposible, lo que me iguala con el rey y el mendigo, es la vida

JUAN CERVERA SANCHIS-México-
De: “Las 1001 caras de Jano”

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